Peña “El trillo”
A petición de la Asociación “El Castillo”, voy a escribir algunas líneas acerca de mi.
Mi nacimiento es la culminación de un viejo sueño de un grupo de adolescentes (hoy ya no tanto), sueño que se repetía año tras año, verano tras verano, en una búsqueda incesante de algún local, cuadra o cochera donde poder hacer su peña, que siempre con la ayuda de alguna buena familia se conseguía.
Tras muchos años de hacer esta misma operación y cansados de mendigar, suplicar e incluso de discutir, se dejó de hacer y de esta manera se perdió ese lugar de reunión en el que había cabida para: Música, bailes, comida, bebida, y ¿por qué no? Relaciones; humanas y sentimentales. Todo eso se perdió.
Latente en la mente y en el corazón de todos esos jóvenes latía una idea: ¿Cuándo, seremos autosuficiente y podremos hacernos nuestra “peña”? Llegó ese momento, cierta noche, estando algunos de ellos en el bar del pueblo, aburridos detrás de alguna cerveza, se puso de nuevo el tapete la idea; ya somos adultos, ya tenemos medios y podemos tener el local ¿Por qué no hacemos “la peña”? Este fue el comienzo de todo. Mi comienzo.
Invité a todos aquellos que quisieran participar en mi construcción, puede que hubiese algún olvido, por lo cual y con la retrospectiva de tiempo, pido disculpas.
En principio la idea, una vez ya conseguido el local, era la de adornarme, es decir, maquillarme un poquito, pero viendo mi estado decrépito se tomó la firme decisión de derruir y levantar. Con mucho trabajo de unos pocos, los más cualificados, y mucha voluntad de otros, los menos cualificados, se dio fin a mi construcción (la verdad es que todavía quedan algunas terminaciones, por si alguien se anima y quiere venir a darme los últimos retoques).
El primer año de mi vida fue muy bonito, ver como cada fin de semana, hiciese frío, hiciese calor, todos esos jóvenes se reunían en mi sede para trabajar y una vez finalizada la jornada, hacer unas buenas cenas acompañadas de buenos vinos, algunos solamente podían llegar a las cenas. Ahora echo en falta esos días, me tienen un poco abandonada, esas reuniones son más esporádicas, intento comprender que es por sus obligaciones pero, con un poco de buena voluntad y un poco de esfuerzo se volverán a repetir.
Me bautizaron con el nombre de “El Trillo”, supongo que les hacía recordar momentos de la infancia, de juegos en las eras, recuerdos de lo que todos ellos son, hijos del mundo rural y de sus tradiciones; ya fue más difícil conseguir uno de estos aperos de labranza para adornar mis instalaciones, parece ser que los poseedores de esta herramienta la valoran en demasía como para desprenderse de ella.
Como apellido me pusieron, pomposamente, “peña sociocultural recreativa”, lo de recreativa, pase, pero cultural podrían haberlo sustituido por “gastronómica”, pues vaya cominolas que bañadas con buenos vinos se dispensan. También tengo mis Estatutos (esto está muy de moda ahora), mi junta rectora, etc., aunque por la competencia de alguno y por la desidia de otros, me parece que la mayor carga del trabajo recae en la misma persona, pido la colaboración del resto, aunque realmente lo está haciendo muy bien.
Poco me queda contar de mi que todo el mundo ya no sepa, únicamente decir que aunque tengo unos socios fundadores, en mi seno, como también todo el mundo sabe, son bien acogidos todos aquellos que de manera abierta y sincera se quieran acercar para hacerme una visita. Sed bienvenidos todos.
Creo que alguien me pidió unas fotos, la verdad, es que como soy poco presumida y como mis rectores deben creer que soy poco fotogénica, creo que no debo tener ninguna, así que os tendréis que conformar con verme en vivo, aunque aprovecho para pedirles que me hagan alguna.
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